La mayor parte de nuestro territorio es suelo rústico. La regulación de este tipo de suelo ha sido tradicionalmente parca e insuficiente al concebirse como un suelo residual que admitía todo un abanico de construcciones e instalaciones posibles: desde las destinadas a la explotación natural de la tierra hasta aquellas fuertemente consuntivas del territorio, como las actividades productivas e industriales, lo que ha supuesto que en ocasiones se hiciera un uso abusivo del mismo desnaturalizando por completo los valores existentes y provocando una degradación del medio ambiente. Consciente de la importancia que este suelo tiene en el esquema territorial, el legislador ha optado por establecer una regulación positiva del mismo trazando una política territorial sobre el medio rural en el que se permite la construcción de viviendas familiares y aisladas como un uso complementario de las actividades agrarias y, excepcionalmente, como un uso turístico destinado a segunda residencia. La presente monografía aborda con especial rigor la construcción de viviendas en suelo rústico con el análisis no sólo de la legislación urbanística, sino también de los instrumentos de ordenación del territorio y del planeamiento urbanístico vigente. Asimismo, se acompaña de un apéndice legislativo que facilita el seguimiento del texto.