Al abrir este libro, seguro que les llegará, sin querer, la brisa marina de la costa asturiana;el olor a ocle, el rumor de la mar yendo y viniendo sobre los cantos rodados de alguna playa o el aroma a hierba recién segada en algún prado cercano, gracias a sus poemas. Cuenta Carmen Luisa que, antes de realizar sus primeras rimas, ya se sentía poeta. De ello culpa con cariño a su abuela materna, quien desde su mas tierna infancia, ya le recitaba versos. Lo que hoy tienen en sus manos, este segundo libro donde, bajo el título "Reflejos de mi alma", la autora hace un derroche de sensibilidad y muestra, al mundo, todo aquello que mueve su corazón para que, el del lector, lata tal vez al mismo tiempo. Que así sea por muchos años y que nosotros podamos seguir desfrutando, otros tantos, de la belleza de sus palabras.