Pablo es un pequeño delincuente, un traficante con ciertas inquietudes científicas y poéticas. Una mañana de septiembre recibe un e-mail enviado por su compinche y amigo Ángel Bru ;con quien había planeado un atraco, finalmente abortado, a un prostíbulo de carretera;, citándolo en una nave abandonada de un polígono industrial. Al llegar allí descubre el cadáver de Ángel con un disparo en la frente. Pablo regresa en estado de shock a su casa y, cuando decide volver a abrir su cuenta de correo, lo sorprende un nuevo mensaje que empieza con estas dos frases demoledoras: «Estoy muerto, ya lo sé. Tú me has metido una bala en la cabeza esta mañana».
Así arranca la nueva novela de este escritor, una vibrante trama propia de novela negra, entreverada de erotismo y de turbias emociones; un relato de la búsqueda febril de una escapatoria que oscila entre el deseo de huir del destino y la no menos imperiosa necesidad de descifrarlo. Y todo ocurre en un cosmos sometido a la regla primordial de que «los muertos no pueden prevenir de nada a los vivos».