Argumento de Razón Económica y Razón ética
Nadie puede permitirse hoy el lujo de la buena conciencia. Los problemas planteados a la Humanidad son de tal magnitud que está en juego su propia superviviencia. Así se explica que la demanda ética asome un poco por todas partes.
Al economista y al "manager" les resbala todo discurso "no científico". Pero el discuros ético, empeñado en la búsqueda del sentido y de los fines -y no sólo de los medios-, es razonable y sensato, con tal de que se amplíe la esfera de lo racional hacia la cultura y la historia, en las que el hombre se expresa en su profundidad y en su opacidad.
Sólo podremos superar la crisis cultural que hoy nos sacude si nos ponemos a buscar juntos el sentido del hombre y de la Humanidad. Esta búsqueda es el "ecumenismo", entendido como encuentro de culturas y convergencia de todos los que confiesan su fe en el hombre. Tal ejercicio de lectura de lo humano debe imponerse a todos, y particularmente al hombre de ciencia, al economista y al gestor.
Así pues, la gestión de los negocios debe completarse con la gestión del hombre: ambas deben formar una sola cosa. Porque no basta con vivir con lo que nos facilita la economía; es preciso "vivir bien". Hay que realizar al hombre bueno, universal. Y este hombre se "dice" en la cultura de los pueblos. La primera tarea de la moral es crear la conciencia de apertura hacia lo humano en el corazón mismo de la economía.
La ética nos ofece una imagen del hombre y de la sociedad. Tal imagen sólo puede expresarse mediante un lenguaje simbólico. Si quiere acceder a la dimensión de la persona, el economista deberá aprender el lenguaje simbólico, sin abandonar por ello su dominio propio, que es el de la eficacia y la racionalidad de los medios.0