-Yo.
-A ver...
El interpelado llena de aire sus pulmones y comienza:
-Padrenuestroquestásenloscielosantificadoseatunombrevenganosotrostureinohágase
tuvoluntadasíenlatierracomoenelcielo... ¡aaaah!
El interpelado vuelve a la superficie para inspirar aire y se sumerge de nuevo.
-Danoshoynuestropandecadadíaperdónanosnuestrasofensasasícomonosotros
perdonamosalosquenosofendenynonosdejescaerenlatentaciónmaslíbranosdelmalamén... ¡aaaaah!
El interpelado respira agitado y orgulloso porque ha juntado un montón de sílabas de memoria sin enterarse siquiera, y menos sentir, lo que ha estado diciendo.
Usted, yo y quienes hemos hecho esta pregunta nos miramos sorprendidos.
Acaso teníamos que haber pedido lo que los apóstoles preguntaron a Jesús: Enséñanos a orar
Entonces Jesús les dio unos consejos de cómo hacer oración.
No les enseñó una fórmula para repetir de memoria y a toda velocidad