Número: 370
La sensibilidad masculina al descubierto
Desde la ironía al amor pasando por la pasión más desaforada, varios autores de la literatura española escriben una carta a una mujer demostrando su sensibilidad por las mujeres.
Querida es una recopilación de dieciocho cartas dirigidas a otras tantas mujeres.
Con el sencillo pretexto de conocer qué tiene que contar el hombre contemporáneo a la mujer de hoy, Pepe Verdes reunió a este grupo de intelectuales procedentes de diversos campos de la creación (escritores, músicos, pintores, periodistas.), de distintas nacionalidades y con edades desiguales (cincuenta años de diferencia entre el más joven y el de mayor edad), para proponerles que escribieran una carta a una mujer que, por el motivo que fuera, hubiera tenido alguna transcendencia en su vida. No había más pauta. Cada uno debía localizar en su universo afectivo quién sería la destinataria de semejante misiva y contarle lo que tuviera a bien.
El resultado de esta sugerente propuesta editorial camina por la senda de la íntima confesión y la ironía; por la ficción delirante y la pasión; por el candor y la ausencia. Un ejercicio a la vez de reflexión y espontaneidad por parte de los autores que permite vislumbrar en qué estadio se halla las relaciones entre ambos géneros en este comienzo del siglo XXI.
«Ésta es una carta de protesta, de protesta airada y por delegación, además...» (J. L. Borau).
«¡Que sorpresa encontrarnos después de tantos años y qué poco nos hemos visto!» (M. Fraile).
«Nunca vas a leer estas líneas. ¿Tiene eso importancia?» (L. Goytisolo).
«Tenemos una crisis doméstica con la mortadela» (A. Martínez).
«Estaba acodado mirando al vacío en el palco de la ópera...» (F. Calvo Serraller).
«Esta misma mañana he pasado la palma de la mano por la parte superior del armario ropero...» (V. Verdú).
«El canal para adultos pone esta noche Lo que el viento me metió ...» (S. Roncagliolo).
«El matrimonio nos está distanciando» (E. Mendicutti).
«Muchas veces a lo largo de este tiempo me he preguntado dónde estarías...» (G. Martín Garzo).