"Qué hay que enseñar a los hijos" no es ni un tratado de pedagogía ni uno de los muchos libros de autoayuda que pretenden dar recetas para ir resolviendo los problemas de cada día. La dificultad de algo tan práctico y cotidiano como es educar a los hijos es, por lo demás, doble. Radica tanto en el contenido como en el método: tanto en el qué hay que hacer como en el cómo hacerlo. Nunca los padres han estado tan pendientes de sus hijos como en nuestra época. Saben más cosas, son más cultos, tienen más información sobre los peligros, pero la abundancia de conocimiento produce más perplejidades, más dudas, más desconcierto y desorientación porque uno se encuentra ante un abanico de posibilidades mucho mayor.