La noción de forma de vida me parece sumamente relevante. ¿Por qué razón no podrían introducirse criterios diferenciadores distintos a los que determinan las clases sociales, la profesión, los niveles culturales, unos criterios diferenciadores que consistirían en la forma de vida? Una forma de vida puede ser compartida por personas de edad, de condición y de actividad social distintas; puede determinar relaciones intensas que no guarden ninguna analogía con las institucionalizadas y puede ser también el origen de una cultura y una ética. A mi juicio, ser gay, consiste menos en reconocerse en las trazas psicológicas y en las señas de identidad del homosexual, que en tratar de delinear y desarrollar una forma de vida.
La homosexualidad es una ocasión histórica para hacer surgir nuevas posibilidades afectivas y de relación, y no por las cualidades intrínsecas del homosexual sino por la posición, en cierto modo, de través que ocupa y porque las líneas diagonales que puede trazar en el tejido social permiten la aparición de esas posibilidades.