La atención a los más pequeños, en tanto en cuanto más indefensos, ha de convertirse en una prioridad para poder paliar las carencias y remediar los males derivados de una inadecuada crianza y atención en el entorno familiar. Se aprecia, además, la urgencia de la acción preventiva para, desde edades tempranas, conseguir la inculcación de hábitos y rutinas que ayuden al desarrollo armónico en todos los ámbitos: físico, psicológico, intelectual y moral. Esta acción educativa y paliativa la deberán ejercer personas preparadas e instruidas y con la suficiente experiencia para conseguir los resultados más adecuados, y en el medio idóneo: las escuelas de párvulos.
Los protagonistas son los niños, inmersos en un contexto de pobreza, pero también las mujeres, en su condición de madres, trabajadoras y parvulistas. Y todo ello enmarcado en la ciudad de Valencia, en un momento y un contexto en el que se encuentra un gran sector de población marginal precisado de asistencia pública o de caridad, con altos índices de analfabetismo y en el que este tipo de instituciones educativas realizan una labor encomiable.