De cómo la aparición del manuscrito de Yojanan benZac, ignoto compañero de Cristóbal Colón en el primer viaje, refuerza los vínculos de los componentes de una pequeña quehilá y trastoca sus vidas hasta la absoluta fundición, incluida la obra, en un mismo destino: el amor, que todo lo regenera. Yojanan benZac, el tripulante narrador, nos describe a lo largo de su manuscrito las peripecias de la Gran Aventura Colombina en su primer y, a criterio del autor de la novela, más importante periplo. La génesis del viaje, así como su desarrollo y extraño final, son una más de las interpretaciones de aquellos hechos, sobre los que no existe relato fiel y directo, pues el que se ha difundido (y difunde) como Diario de Cristóbal Colón no es más que la supuesta transcripción del mismo que hiciera Bartolomé de las Casas. Con ser producto de pura ficción, esta novela sólo pretende recrear una historia que muy bien pudo haber ocurrido, resaltando, eso sí, hasta que no se demuestre lo contrario, los muchos detalles de la misma que hacen pensar en que fue una Empresa ideada, preparada y desarrollada por judíos y para los judíos víctimas del Real Decreto dado en Granada el 31 de marzo de 1492.