El corporativismo se afirma como fenómeno con entidad propia cuando esa tarea de encuadramiento y control adquiere presencia activa en la vida social y política, en el marco de la crisis del estatuto tradicional de la profesión liberal y del proceso de racionalización de las funciones burocráticas, que impulsan a cada grupo profesional hacia una cerrada defensa de su identidad, sus funciones y su valoración pública dentro de la sociedad civil y del Estado.
El proceso último de este replanteamiento de las relaciones profesionales con su medio se produce a lo largo de los últimos años abarcados por este estudio, cuando unos y otros grupos van adoptando fórmulas de agrupación y defensa profesional de carácter interprofesional. Cuando, en definitiva, asuman sus propios vínculos con un amplio estrato social intermedio en una sociedad cada vez más escindida ideológicamente en sus actitudes básicas.
El corporativismo es así, inseparablemente, un instrumento, derivado directamente de un lazo orgánico primario con la sociedad, como es la profesión, que recoge y, a su vez, proyecta y desarrolla las experiencias de todo tipo y los mecanismos de defensa de amplios sectores de la clase media amenazados por la crisis social y por el protagonismo de la dialéctica básica del enfrentamiento social entre capital y trabajo.