El historiador Eric Hobsbawm denominó siglo corto a la parte del siglo XX que va desde 1917, año de la revolución rusa, hasta 1989, año de la caída del muro de Berlín. Consideraba que el siglo XIX se había prolongado hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial y que había concluido con la desmembración de Unión Soviética. Y ese es el atormentado período que abarcan los nueve relatos reunidos en el presente libro: la pasión desenfrenada que nos presenta Los bailes rusos transcurre en la Barcelona de los años 1917-1923, con el transfondo de la revolución rusa y los enfrentamientos armados entre sindicatos y patronal; La cápsula de cianuro nos habla del maquis y de la resistencia antifranquista, aunque también del pudor y la vergüenza por una cobardía no digerida con el paso del tiempo; Los riscos de Katowice presenta una fábula histórica sitiuada en la Polonia bajo influencia soviética de la segunda mitad del siglo corto; Amanuenses tiene que ver con la expiación de una culpa que nos remite a la rebelión húngara de 1956 y la subsiguiente invasión soviética; El giro estratégico a las barras bravas nos transporta a la América Latina de los milicos para recordarnos, con el pretexto del fútbol, a tanto entrañable perdedor como ha recorrido el siglo corto; Cuatro notas sobre Althusser se asoma al período de la transición española y, con él, al final de la utopía de toda una generación que asistía estupefacta a la revuelta obrera en Polonia, la perestroika y la crisis general en el campo socialista; La galería intrusa habla de la memoria histórica antes de que se la conociera por ese nombre, y recoge, a modo de colofón, personajes que pululan por algunos de los cuentos precedentes. Mención aparte merece Preguntádselo a Katherina Meier, cuento galardonado con el Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián. En este sobrecogedor relato, situado en la Dresde calcinada de 1945, asistimos a la peripecia de una niña de memoria prodigiosa que, a cambio de unos marcos, pone en contacto a destinatarios y remitentes de angustiados mensajes adheridos precariamente a los pocos muros que quedan en pie. Como urdimbre, un Noticiario XX nos pone, a modo de ilustrativo fresco histórico, en contacto con la prensa de cada época.