Una madre, un hijo: ambos desheredados, nuevos pobres europeos. Una relación filial vivida al filo, al filo del amor, al filo de la obsesión y al filo de perderlo todo, el mundo, cuando este es el otro. Una torsión brutal de los roles más tradicionales que cuestiona el significado mismo de la maternidad, los deberes sociales conferidos a las mujeres y en concreto ese deber que tiene que ver con ser madre. Estas distorsiones hallan su reflejo en un estilo descarnado, despojado de todo ornamento, convulso como la vida misma, donde todo sucede sin razón aparente, solo sucede, sin más.