Sin caer en la lágrima facilona y en el tópico archirrepetido, Olivier Ka cuenta una historial personal e íntima a la vez, la historia de una infancia expoliada por la manipulación impune de un cura. La elegancia de las ilustraciones de Alfred y la sincronía de los dos autores hacen de esta obra, galardonada con el Premio del Público en el Salón de Angoûleme 2007, un sublime ejercicio de introspección y un deleite para los amantes de la buena bande dessinée.