Minicuentos escritos para lectores de muchas edades, humores y latitudes, donde, contrariamente al pensamiento popular, lo breve no siempre defrauda.
El nombre del libro Por lo menos toma una expresión cotidiana que describe plenamente la esencia del libro: una apuesta por lo breve. Y hoy, que gracias a las redes sociales se está gestando toda una literatura de lo diminuto, el cuento corto alcanza una renovada actualidad.
Estos relatos son pequeñas descripciones que tocan temas personales y colectivos, locales o del universo, muy reales o muy fantásticos, en el territorio de lo concreto o lo imposible.
Contienen tragedia y humor, son porosos o bien densos como un punto negro en el espacio. Ahí hay asombro para todos los gustos, y en esta variedad está toda su magia. Están hechos para relajar y contraer: pequeñas puertas inmensas que nos llevan lejos o nos llevan exactamente a donde estamos. Personajes y situaciones, que en su movimiento o su quietud, en su intensidad o patetismo, nos invitan a la contemplación o la hilaridad. Humor y desdicha se entreveran. Lo coloquial y lo complejo se dan la mano. La literatura, el lenguaje encontrado, el efecto narrativo, la música, el estilo, el experimento pero la sencillez, concentrados en un espacio reducido: el juego escritural de lo ínfimo.
Tratándose de textos tan breves "y no de un solo bloque literario ciclópeo, complejo, solemne y libresco, en el sentido inaguantable de la palabra" tenemos aquí una obra posible y directa para cualquiera, incluso para aquellos que no son lectores en primera instancia.