¿Sería el mundo un mejor lugar si la religión fuera removida de la
conversación pública? Frente a la respuesta afirmativa que dan los
secularistas, Miguel Yaksic emprende un diálogo profundo y estimulante.
También discute con una creciente tendencia neo tradicionalista en la Iglesia
que piensa que, mientras más secularizado se hace el mundo, más se necesita
una identidad católica clara y distintiva; como si la Iglesia tuviera que
salirse del mundo, volviendo a la sacristía.
Ambas tendencias desconocen lo que el autor llama el carácter
irreductiblemente político de la fe cristiana. Son justamente los pobres
-aquellos que ni son secularistas ni neo tradicionalistas- quienes necesitan
seguir creyendo en la naturaleza pública de la esperanza cristiana: las
promesas liberadoras del Dios de Abraham y de Jesucristo.