Las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX representan sin duda uno de los períodos más traumáticos, y por ello mismo más interesantes para el investigador, de la historia jurídica estadounidense. En aquel período crucial el panorama jurídico experimentó una serie de convulsas sacudidas que, de una u otra manera, han marcado decisivamente el rumbo posterior del pensamiento jurídico y de la jurisprudencia en aquel país. Sacudidas que si bien, en determinados aspectos, constituyeron una especie de réplicas en el ámbito jurídico de los seísmos o cambios fundamentales que se estaban produciendo en aquel momento en los distintos campos del pensamiento científico y de la cultura en general, resultaron potenciadas por el vigoroso surgimiento y desarrollo de nuevos enfoques y estrategias específicamente jurídicos.