POEMAS DE PROVINCIA
A una provinciana
I En la arcaica plazuela de Recoletas
II Nunca me amaneciera día más bello
III ¡Oh inolvidables años de adolescencia!
IV Minarete del árabe campanario
V Otra tarde pasamos. Todo callado
VI Aquella tarde te seguí. ¿Recuerdas?
VII Los enamorados
VIII Al caer de una tarde cálida de verano
IX El laberinto de callejas lleva
X ¡Y pensar que en las tardes de verano!
XI Por la vieja avenida del Cabildo
XII Fue en una tarde tibia y despejada
XIII Iremos por paseos retirados
XIV Las nueve daban en las Monjas Carmelitas
XV Temías mi tristeza, temías el contagio
XVI Viaje de novios: música romántica selecta
XVII Una luz en el cuarto del Jefe de estación
XVIII Y como tú te fuiste con las Monjas Bernardas
XIX Porque yo ya no puedo vivir sin tus ojeras
XX Mas acabó todo eso. De tanto inenarrable
XXI El tren ya no se escucha. El acordeón llora
XXII ¡Emoción siempre joven y, no obstante, tan
vieja!
XXIII Los toques de campanas tan tristes y tan
lentos
XXIV En el cuartel tocaban a retreta
XXV En la guitarra destrenzada y rota
XXVI Tortuosa calle, llena de inmundicias
XXVII En las tardes de fiesta, estando en el paseo
XXVIII Yo no sé qué tenía la estación provincial
XXIX Pianos lastimeros de provincia
XXX Será en una mañana de domingo
XXXI Música de paseos provinciales
XXXII La lluvia, que desgrana su rosario
XXXIII Te conocí en el baile del Casino
XXXIV Piano que, en la noche de verano
XXXV Tarde de procesión, tarde serena
XXXVI Este aire suave y triste del piano
XXXVII En una habitación de un quinto piso
XXXVIII Éramos novios desde los días de la feria
XXXIX ¡Cuántas veces el lánguido cuarteto!
XL Sonaba en el café una música triste
XLI Cuando yo me haya ido de aquella población
XLII Pasajera y fugaz como una nube
XLIII Me acuerdo de una dulce tarde de romería
XLIV Sobre la humilde tapia blanquecina
XLV Tu voz tiene el encanto de aquellas voces
XLVI Acuérdate, alma mía, de la esbelta Asunción
XLVII Recuerdo las mañanas dulces de primavera
XLVIII La austera y melancólica ciudad en que
he vivido
XLIX Yo estaba enamorado del sol del Mediodía
L Yo he pasado en mi vida unos días felices
LI Provinciana, no ignoro por qué te hallas tan
triste
LII Si tú tuvieses sueños, ¿dónde te llevaría
LIII Cuando esté agónico y desfallecido
LIV Ojos azules, de mirar sereno
LV Al compás de esa orquesta de ciegos ambu-
lantes
LVI Aún no se me ha agotado el manantial del
llanto
LVII Tenías ojos negros. Eras linda y morena
LVIII Cielo azul. Sol refulgente. Domingo de
Carnaval
LIX Mercedes tiene veinte años: es alta, guapa
y trigueña
LX Mi fantasía loca de poeta
LXI De todos los recuerdos que mi alma triste
hospeda
LXII En los remotos arrabales
LXIII Calles desempedradas de provincia
LXIV Calle de las Angustias
LXV Campanario mozárabe, esbelto campanario
LXVI Novenas de provincia
LXVII En un teatro de provincia
LXVIII Campanas provinciales, matutinas
LXIX Vidas muertas detrás de un balcón provincial
LXX ¿Recuerdas el paseo donde te conocí
LXXI Café de provincia donde había una orquesta
LXXII En mis días de esplín pienso en Adela
LXXIII ¡Oh, quién volviera a ver aquella plazoleta
LXXIV Recuerdo un amanecer sombrío de primavera
LXXV Otro recuerdo de aquel dulce tiempo pro-
vincial
LXXVI Paseando una tarde por los arcos
LXXVII La provincia me impregna de su romanticismo
LXXVIII Estación de provincia donde mueren los trenes
LXXIX La costanilla de las Trinitarias
LXXX Fue una tarde de cielo despejado y de sol
LXXXI Silencio, paz y sol. Las calles provincianas
LXXXII Ciudad, severa y triste ciudad del Septentrión
LXXXIII Canción de la inocente
LXXXIV Tardes de lluvia; tardes detrás de mi balcón
LXXV Muchachita simpática, gitanilla y morena
LXXXVI Calle de vieja población de España
LXXXVII Tardes en la terraza del Casino
LXXXVIII Pianos de provincia detrás de los balcones
LXXXIX ¡Tardes de procesiones provinciales
XC Las frases tienen cierta cadencia provinciana
XCI Procesión del Rosario
XCII Música de un regimiento
XCIII Ilusión de los valses
XCIV Tocabas en las bellas veladas del Casino
XCV Te conocí en el triste Casino provinciano
XCVI ¡Procesión de provincia por la Semana Santa!
XCVII Jardincillo de evónimus
XCVIII Señor, ¿para qué quiero en este mundo
XCIX Yo no envidio las riquezas ni las púrpuras
ducales
C Mantilla de madroños en la regia cabeza
CI Me acuerdo de una tarde que encantó mi
existencia
CII En una arcaica y noble población de Castilla
CIII Novia de la provincia, que eras ardiente
y bella
CIV Piano provincial detrás de su balcón
CV Vivías en aquella población retirada
CVI Ante el reloj de la vetusta torre
CVII No sé qué sensación tan intensa y vital
CVIII Hay una remembranza que me quita la vida
CIX Las noches de iluminación
CX Cae la lluvia en salmodia lenta de canto llano
CXI Hoy es día de fiesta; y estoy en un café
CXII Una noche festiva de verbena
CXIII En la pequeña plaza de una vieja ciudad
CXIV A la playa, mi reina, nos iremos
CXV Una cosa en mi vida hay que nunca yo olvido
CXVI Violinistas, artistas del cuarteto
CXVII Ciertas plazuelas tienen bancos confidenciales
CXVIII Yo quisiera decir en versos inexpresos
CXIX Tardes sosas y estériles, lentas tardes de fiesta
CXX En un lluvioso pueblo del litoral
CXXI Acuérdate, alma mía
CXXII María Paz, la niña que tanto adoré yo
CXXIII Humilde flor de aciano, que crecías
CXXIV Aquel atardecer de mayo lento
CXXV Me conmovía aquel retrato tuyo
CXXVI Me llevaré un recuerdo sagrado de mi vida
CXXVII En un paseo, en un paseo provincial
CXXVIII Yo he ido a buscar sueños a las ciudades viejas
ITINERARIO POéTICO
I Viaje, viaje, divino viaje
II Ciudades que hemos visto al pasar en un tren
III Bajo el índigo de un cielo límpido
IV ¿No os despertasteis acaso una invernal ma-
drugada
V Las estaciones muestran todas las dulces
glorias
VI ¿No os apeásteis quizás en un pardo poblachón
VII ¡Víctima siempre fui de lo imprevisto!
VIII ¡Voces perturbadoras, las incógnitas voces
IX Mujeres que un día vimos pasar en un tren
exprés
X Los raíles son dos líneas paralelas
XI Yo he dejado mi alma prendida en los raíles
XII Niña de dieciocho años, que en una diligencia
XIII En todos los encantos de la vida
XIV Llegamos una tarde de verano
XV La gran locomotora resoplaba
XVI ¡Desconocida ideal, ideal desconocida!
XVII Mujeres que vi pasar con frufrú de claros trajes
XVIII Lo pasajero me emociona tanto
XIX ¡Oh, si yo alguna vez hubiera conseguido
XX ¡Ilusión de mi espíritu cansado!
XXI En mi vida hay momentos de suprema emoción
XXII Fugas y pizzicati de un piano burgués
XXIII Un canto en el silencio de la tarde vacila
XXIV La caverna del túnel negro se terminaba
XXV Las mujeres ideales que yo ansío e idolatro
TARDES EN UN CONVENTO
I ¡Locuras son las que mi mente sueña!
II Entraste en el convento de las Reparadoras
III En el convento de las Monjas Trinitarias
IV ¿Te acuerdas, alma mía
V En cierto antiguo coro conventual
VI Acaso entre las vegas granadinas
VII Sor Rosa del Sagrado Sacramento
VIII A maitines tocaba la campana
IX Órgano del convento de las Monjas Clarisas
X Una mañana de un día festivo
XI Inolvidable noche de verbena
XII ¡Oh, las monjas del convento olvidado
y provincial
XIII Piano que yo oí en un día de verano
XIV En el dulce convento de las Monjas Jerónimas
XV Es la hora en que muere en nuestra alma
el pecado
XVI Un motete del órgano cascado
POEMAS ECLESIáSTICOS
A un eclesiástico poeta
I Una fría mañana de invierno te ordenaron
II Tus manos revistieron la palidez del lirio
III Mas todo en un momento tú lo sacrificaste
IV ¡Hermosos quince años! La edad en que se sueña
V Con entusiasmo joven leyendo las Doloras
VI Hiciste bien, poeta: con tu mirar contrito
VII Alguna vez, pasando por una plazoleta
VIII Tal vez un día seas nombrado Magistral
poemas eclesiásticos
I Domingo; un apacible crepúsculo estival
II ¡Oh música de iglesia! ¡Cómo me haces sentir
III En algún morado domingo de Adviento
IV Es una tarde breve y pluviosa de enero
V En la Plaza de las Comendadoras
VI Me acuerdo de una tarce de fiesta parroquial
VII En la calle Canóniga, en la esquina
VIII Algunas dominicas tienen un aire noble
IX Colegialas que íbais con las bandas azules
X A veces, en mis largos paseos, me retiro
XI Indiferentes pasan todos ante su puerta
XII A las veces, en mi camino
XIII En los días solemnes de gran pontifical
XIV De remotos paseos solitarios
XV Aquel cura triste
XVI En el viejo Palacio del Obispo
XVII Los registros de ciertos órganos adosados
XVIII ¿No era, verdad, hermoso y melancólico
XIX Un recuerdo me viene del viejo Seminario
XX Un horologio músico que hay en la sacristía