Por si tal manera de ver precisara de contrapeso, Fernando Riquelme Lidón viaja también al interior de su memoria con parecido criterio profesional y, así, sus pinceladas gastronómicas sobre la Vega Baja del Segura pueden completar, matizar o resaltar las que sobre Nápoles, Damasco, Berna, Varsovia, la antigua Fernando Poo? o la propia Orihuela, Madrid o el Bierzo va imprimiendo en el nada pequeño lienzo de su memoria gastronómica. Aquí están los huevos, los quesos innumerables, el chocolate, las brevas, los pucheros, el café en sus mil caras italianas, la paella y los arroces, los pimientos y sus guindillas, el fiqquz (pepino), los jínjoles, el cocido y su ropa vieja, el trifle y un sinfín más de platos y preparaciones que ocupan su lugar preciso en la memoria viajera de Fernando Riquelme, prematuramente abocado a estas lides gastronómicas por unas retorcidas y crujientes pieles de bacalao que se asaban sobre la chapa para deleite del Rey de las Patatas, su honorable padre.