Para David Vidal Castell ?prologuista de esta obra? el autor «destila en estas páginas su amor por la palabra, su convicción sobre cuán confuso y bello es el estatuto epistemológico de lo real, pero sobre todo, su fe en la primacía del relato. Y todo ello no como un brindis nostálgico, sino como una creíble y necesaria propuesta para la innovación periodística.»