El adolescente está hoy en el centro de las preocupaciones educativas, sociales y clínicas. Esta preocupación tiene una larga historia y va siempre de la mano de los adolescentes. Pensar las adolescencias es una invitación a detener las acciones precipitadas a las que nos invita la preocupación, para tratar de contextualizar lo que en realidad está en juego en ese momento tan particular de la existencia, en esa \"delicada transición\". Hacer un ejercicio de lectura novedosa cada vez que en nuestra práctica cotidiana nos encontramos con un adolescente, preguntarnos cómo abordar sus conductas y manifestaciones, que nos revelan lo que es fuente de su malestar y a la vez el eje de su singularidad, y estar atentos a las invenciones que ellos mismos producen para tratar lo que viven nos permitirá encontrar otros recursos para establecer un vínculo, dar un lugar y evitar respuestas de exclusión.