La cuestión sobre quién toma la decisión en los grupos suscita frecuentes conflictos que proceden de las diferentes estructuras personales de los interesados. Por un lado, nos encontramos a los administradores, que actúan bajo el lema ¡Viva el procedimiento! o ¡Viva el expediente!, y que tienen miedo a todo cambio. Por otro, se encuentran los empresarios, que nunca tienen bastante con lo que consiguen. El modo en que se pueden superar estas diferencias irreconciliables se nos muestra en el caso de Pedro y Pablo, el dúo de dirigentes de la Iglesia primitiva. A partir de sus caracteres, Mauritius Wilde desarrolla una nueva e impecable tipología para los que están interesados en conseguir una dinámica armoniosa y efectiva en sus respectivos grupos.