Es cierto que el ser humano tiene la aséptica virtud de echarse a caminar con el morral de recuerdos fatales al hombro, fingiendo olvido. Sin embargo, el teatro simbólico de la mente nos asocia la felicidad presente con objetos o situaciones que nunca quisiéramos haber vivido. En ese anaquel del pasado penetra con maestría, Jorge Coloma. No hay duda: los peces del odio, la ruindad, la bajeza, la ignorancia y la estupidez están atrapados en la red y expuestos a los visos sempiternos de la historia. Caminando alerta por la vereda de aquellos años de esquizofrenia, desde la Cárcel Pública hasta el campo de prisioneros de Puchuncaví, el autor va recogiendo la anécdota sobrecogedora, la circunstancia existencialista, la desesperación de la urgente búsqueda, el horror de la tortura, hasta configurar el trágico telón de la infamia.