Abandonada por su novio y por su familia después del nacimiento de su hijo, una noche las fuerzas de Holly Sansom llegaron a su fin y perdió el conocimiento en mitad de la calle. Marco Lombardi, presidente de las Industrias Lombardi, fue testigo de la escena desde el asiento de atrás de su limusina.
Marco insistía en que Holly se quedara en su lujosa casa hasta que estuviera recuperada por completo, para convencerla no dudó en ofrecerles a ella y a su hijo todo lo que el dinero pudiera comprar. Con lo que no contaba era con que la dulzura de Holly, y al mismo tiempo la indiferencia que le provocaba su riqueza, fueran a conmover tanto su corazón. Incluso comenzó a imaginar cómo sería convertirse en su marido.