El nacimiento de un hijo responde a una profunda necesidad vital. Y el
parto es un hecho absolutamente genital y sexual. Por lo tanto, el parto
no es meramente una situación médica, de enfermedad y riesgo, sino que
tiene que ver con la vida, el placer, la alegría, la esperanza y las
emociones intensas.
Si cada uno se animara a preguntarse ¿cómo quiero tener a mi hijo?, ¿
dónde?, ¿de qué manera?, cada cual buscaría lo que necesita, tomaría el
dolor y el temor, que sí existen -y que tienen su razón de ser-, y
aprendería a utilizarlos para favorecer el proceso. Y así encontrar
estrategias mucho más prácticas, cotidianas, simples y cercanas que una
anestesia peridural, que, como bien dice el nombre, anestesia y no
solo el dolor, sino también el placer. ¿El que se asusta tanto del dolor
se asusta tanto del placer?
Entonces, algunas mujeres descubren que la posibilidad de elección es
infinitamente más amplia de lo que se habían imaginado. Se puede tener
al bebé en casa, con un