Madaleno era panadero y trabajaba tan contento que el pan le salía delicioso. Vivía con su familia en un bello rinconcito de los Pirineos llamado valle de la Cerdaña en una casa de piedra. Un día le desapareció un panecillo misteriosamente del horno sin dejar una miguita de recuerdo...
Érase una vez un panecillo tan inquieto que, gracias a su generosidad, Miguel y Jabel pudieron alimentarse y crecer fuertes.