Enviado por el rey de Portugal en misión artística a Italia, el pintor miniaturista Francisco de Holanda fue durante unas tardes romanas el testigo de Miguel Ángel Buonarroti: pudo hacerle preguntas y registrar sus respuestas como un reportero avant la lettre; pudo por unas horas tocar cimas a pocos reservadas y transmitirnos el mensaje de una de las grandes figuras de la Historia del Arte.