María siempre ha tenido una forma muy curiosa de lidiar con los problemas:
huir de ellos. Después de lo que pasó con su familia, tomó
un avión y acabó en Francia, de donde era su madre, para empezar
de cero su vida. Lo único que la une a su pasado son las postales que
le envía a su hermano: siempre sin remitente; charlas unilaterales y
seguras.
Cuando encuentran una foto en uno de los libros de Valeria y leen
la carta escrita en el dorso, la única opción plausible parece intentar
encontrar a la dueña para devolvérsela. Y tal vez, de paso, tratar de
solucionar algunos de sus problemas por el camino.
Los universos de Al fi nal de la calle 118
y Cosas que escribiste sobre el fuego se cruzan una última vez
en una novela que nos habla del duelo y los fantasmas,
escrita por una de las voces más prometedoras
de la literatura juvenil española.