El libro.-Acaba de publicar en Ediciones La Discreta Países Extranjeros, su último libro después de El hombre de salitre editada en Huerga & Fierro en el 2000.
¿Qué nuevos elementos poéticos y qué reincidencias hay en este nuevo poemario?
Me gustaría creer que en esta publicación se produce una maduración poética, un mayor y mejor dominio del lenguaje poético, una mayor precisión técnica y, en definitiva, un mejor trabajo en la carpintería de la obra. Continúo un proceso de aprendizaje empezado hace ya muchos años en el que cada parada ha constituido un punto de partida hacia la búsqueda de otras vías de expresión poética, En esta obra, sin darme cuenta, los versos se han ido alargando, reclamando más espacio, Esto me ha llevado en algunos poemas El gol del cojo, por ejemplo a las puertas de la prosa poética.
Reincidente es en primer lugar la obstinación, el pulso diario, a veces obsesivo con el poema, el intento de profundizar en las apariencias, de buscarle a las cosas su sentido más profundo, su esencia. Reincidencia también en los temas y en la preocupación por el ritmo, la música del poema, su capacidad de evocar, de sugerir, de provocar.
Se puede decir que usted no escarmienta. ¿Qué cree que puede aportar la poesía en estos tiempos?
En realidad no crea que tengo grandes objetivos ni pretensiones con mi obra. Cada vez estoy más convencido de que, en lo referente a la modificación y mejora de las condiciones de vida, lo determinante es la lucha que como ciudadano uno desarrolla en la calle o en su trabajo. Con la poesía cubro en primer lugar la necesidad personal de encontrar un cauce creativo que me permita desarrollar la sensibilidad a través del lenguaje poético. Por otra parte, dentro de una concepción abierta de la obra, busco en los lectores ciertas complicidades, puntos de sintonía. En estos tiempos de utilitarismo, de prisas, de realidades efímeras o virtuales, de manipulaciones mediáticas, se me hace necesario parar, detenerme en las cosas, cuestionarlas, buscarles su sentido auténtico, ver sus contradicciones y complejidades.
¿Se ha divertido durante la escritura de Países Extranjeros?
-Absolutamente. En el sentido más amplio. En la capacidad para aplicar un enfoque irónico aun en los temas más complejos, más oscuros. Pondré un ejemplo de lo que quiero decir: en el poema Vacas locas me he imaginado a un grupo de vacas pastando que, de repente, observan cómo caen desde el cielo bombas inteligentes que lo arrasan y destrozan todo. No pueden dar crédito a lo que están viendo, les parece imposible, inadmisible, inhumano. Y se vuelven locas. Inventan otra realidad, se imaginan que lo que cae del cielo no son bombas sino esperanzas, vida, sentimientos... Este proceso lo he seguido con varios poemas y, junto a momentos dolorosos, los hay de gran divertimento.
Hay en esta entrega, a mi parecer, una vuelta a temas más sociales, propios de sus primeros libros.
El libro se compone de tres bloques temáticos. Uno versa sobre el mundo que habitamos, en el que la condición humana es tratada desde diferentes ópticas con una cierta preocupación filosófica. En la que uno pelea por la dignificación de las personas, y procura dejarle a los que vienen detrás unas mejores condiciones. Hay un segundo bloque: Países extranjeros, que da título a la obra, aborda las relaciones afectivas, de pareja, en todas sus dimensiones y con toda su complejidad. Finalmente, el tercer bloque: El guardador de palabras se ocupa de la obra poética en sí, del fenómeno de la creación, de la reflexión creativa.
Entrevista realizada por Pedro Flores para el periódico canario
La Gaceta el 22 de marzo de 2004.