En 2008, el fusilamiento de tres empresarios que pretendieron meterse en
el negocio de la efedrina y la ejecución de dos colombianos -al mejor
estilo Medellín años ochenta- fueron las violentas cartas de
presentación local de los carteles que manejan la droga a nivel mundial,
una historia que suma episodios día a día, y en la que el narcoavión con
944 kilos de cocaína requisado en España no es un dato aislado sino el
eslabón lógico de una cadena de acontecimientos.
Colombia, Brasil y Argentina son los países elegidos por organizaciones
narcos a la hora de triangular la mercadería que se comercializa en
Europa, África y Oceanía. Puestos fronterizos permeables y ausencia de
radarización son claves para el crecimiento exponencial del negocio y la
modificación radical de su matriz. Todo esto agravado por un escenario
en el que no faltan policías sorprendidos con cargamentos de cocaína,
jueces que limpian órdenes de captura internacionales, políticos
involucrados en asesinatos