El lenguaje oral es también la base de desarrollar gradualmente habilidades comunicativas y de aprendizaje que sirvan con el fin de fortalecer otras destrezas. Con el desarrollo del mismo se enriquecen las experiencias lingüísticas y de aprendizaje de nuestros alumnos, permitiéndoles adquirir nuevos conocimientos y fortalecer su vocabulario, si se les integra dentro de contextos significativos.
Desde la escuela tenemos la responsabilidad de poner en práctica técnicas, estrategias y actividades que vayan dirigidas a este fin. Hemos de lograr educar a los alumnos de manera positiva, que aprendan a poner nombre a sus emociones, que aprendan a canalizarlas constructivamente, que aprendan a pedir ayuda en el caso de que la necesiten, a reconocer sus propias emociones, en general, a crecer siendo buenas personas con capacidad para ponerse en el lugar de los otros, en una palabra, para la empatía.