El judaísmo pesa en nuestra civilización y a la vez la impulsa como uno de sus vectores básicos, más allá de su dimensión étnica. Resulta uno de esos enigmas históricos que ha irritado siempre a Occidente, que se sabe dependiente del mismo y del que ha tratado a la vez de desprenderse. Esta contradicción ha sido vivida con desazón a lo largo de los siglos, e incluso en ocasiones se ha resuelto de forma trágica. Este trabajo pretende, por un lado, indagar el origen histórico del hecho judío, analizar la matriz cultural de la que arranca y las vicisitudes que lo han configurado y le han otorgado esa capacidad de vector de nuestra cultura; y, por otro, poner de relieve la presencia que el judaísmo ostenta en todos los ámbitos, del religioso al político.