Luki Huber, el diseñador contratado, pasó finalmente casi ocho años en El Bulli trabajando mano a mano con Ferran Adrià, inventando todo tipo de artefactos y utensilios al servicio de unas técnicas gastronómicas revolucionarias y únicas que fascinaron al mundo.
Huber guardó todos sus dibujos, bocetos, apuntes e imágenes que ahora ven la luz por primera vez, con todas las explicaciones del propósito de cada una de ellas y las historias que hubo detrás de cada objeto, y que transformaron para siempre el mundo de la gastronomía.