Sean bienvenidos los cuentos protagonizados por valientes astronautas en estos tiempos de tanto viaje espacial. El caso es que cuando el relato ha terminado -lo imposible fue posible, una vez más, gracias a la magia de los libros- reconocemos a nuestro héroe como a uno de esos personajes resueltos e invencibles, capaces de enfrentarse a mil peligros en estrellas lejanas, saliendo airoso de terribles luchas con monstruos de otras galaxias... Pero como este cuento no trata de nada de eso, en las ilustraciones sólo aparecen formas y colores de este mundo. Una naturaleza plana de apariencia geométrica, con suave entonación expuesta en gamas y juegos cromáticos ordenados con sabiduría, de tal manera que no cualquier color sirve para intervenir en cualquier imagen. Este es un cuento para conservar, para ser leído y contemplado muchas veces. Como habéis comprobado trata de un asunto tan sencillo como fácil de recordar: puestos a olvidarnos de algo, desde luego, más vale que sea del "donut".