Helena toma el mismo tren todos los lunes a las ocho de la noche. ¿La razón? Es la única manera de encontrarse con el joven que le roba todos los suspiros. Él no sabe de su existencia, pero ella cambia su rutina para conformarse con verlo cada semana. Ella tampoco sabe nada de él, excepto que parece ser amante de la lectura y completamente enigmático. ¿Qué hará Helena cuando descubra que quien le roba los suspiros no es tan inalcanzable como ella pensaba?