Argumento de Obertures del Cos
La singularidad del pensamiento feminista contemporáneo se encuentra en su apuesta por abordar la subjetividad y la política renovando la noción de materialidad corporal, situada o encarnada. Lejos de cualquier esencialismo, el cuerpo se considera espacio de intersección entre los planos físico, simbólico y social, recipiente de operaciones sociales de sujeción, superficie donde se inscribe y recibe la política. Esta concepción de la subjetividad incardinada deshace los discursos tradicionales sobre una otredad incontaminada: los dispositivos de poder se articulan directamente con los procesos psicológicos, las sensaciones, los placeres. También el código falogocéntrico está presente en los modos de percibir, sentir, admirar y amar de las mujeres. Desde esta perspectiva, se amplía, por tanto, el espacio de lo que se considera "político", introduciendo cuestiones que anteriormente se habían considerado privadas (el deseo, la sexualidad, el miedo) y se vuelven urgentes nuevos esquemas de politización.1