Fernando y Marta (antes Ripley) se conocieron en el entorno de los conciertos y actividades culturales organizadas por la que llegó a ser la casa okupa más combativa de Madrid en los
noventa. Ripley aspiraba a convertirse en una pintora revolucionaria, mientras Fernando daba sus primeros conciertos en ambientes marginales con su banda de punk.
Ambos conciliaban sin problemas su vida familiar, conservadora y burguesa, con su actividad contestataria: manifestaciones, conciertos de apoyo a colectivos de marginados, resistencia a los desalojos y, en el caso de Fernando, giras aberrantes de las de carretera y manta . Pero a día de hoy, de aquellos tiempos sólo quedan algunas adicciones inconfesables con las que su aburguesamiento no ha logrado acabar: la cocaína es una más de la familia. ¿Qué ha sido de todos los sueños de entonces?