Sobre esta base filosófica, Hildebrand reseña la transmutación y elevación de las aspiraciones éticas naturales a través de la Gracia redentora. Hace resplandecer la «nueva criatura» que realiza la máxima perfección humana. Desarrolla los verdaderos criterios de la existencia cristiana: ser impregnados por el espíritu y la vida del mismo Cristo. El dejarse penetrar por la luz divina en la contemplación crea espacio para Su intervención y enciende aquel amor al prójimo victorioso que transmite su Verdad eterna y Su Amor. Por esto la presente obra puede ser manual y guía incluso en la crisis religiosa actual.