«Somos una generación engañada», pero «no somos una generación perdida», proclama en este libro Beatriz Talegón, la joven socialista que plantó cara a la cúpula del socialismo internacional, reunido en un hotel de cinco estrellas, y reclamó a sus líderes el derecho a la política, sin avergonzarse.
A sus treinta años, la autora es parte de una generación nacida en democracia, con acceso a la educación y a la sanidad públicas, con la tolerancia como insignia, que rechaza «seguir pagando los platos rotos por otros», porque «llegamos aquí con las manos limpias y con la convicción de que ahora nos toca a nosotros desempeñar un papel fundamental. No somos parte del problema, queremos ser parte de la solución».
La suya es una generación que asumió sus derechos como el aire que respira, sin pensar jamás en que podría llegar a perderlos. Que desconoce una parte importante de su pasado porque el silencio ha sido, a menudo, la cura del dolor en nuestro país.
¿Qué alternativas tenemos para comprometernos con el bien común? ¿Sirve el compromiso por unos valores tachados de románticos en organizaciones obsoletas para resolver problemas urgentes que condenan nuestro futuro? ¿Tiene aún sentido militar en un partido político? ¿Hay espacio para la acción política transformadora desde la democracia que hemos heredado? Son algunas de las preguntas que aborda Beatriz Talegón en un texto que es una invitación ilusionada a defender el valor de la política como instrumento válido para los retos del mundo actual.
Un llamamiento al compromiso de la juventud en la transformación social.