En medio de esa fauna urbana habito yo. Y vivo, mejor dicho, vivía, muy tranquila, hasta que me he vuelto loca por un nuevo vecino... Es un hombre solitario, de mirada taciturna y labios golosos que se ha instalado en el edifi cio hace un par de meses con su abuela, que, por cierto, es mi enemiga acérrima. ¡Estoy pensando en liarme con él solo para molestarla!
Aunque claro, el que cada vez que lo veo me muera por besarlo es un plus. Y si esto no fuera suficiente para alterar mi (escasa) paz mental, ahora también tenemos a un macabro bromista que se dedica a dejarnos regalitos en los descansillos de la escalera. ¡Espera a que lo pille!