Neón era un perro abandonado que don Justiniano, un señor algo exagerado con el orden y la exactitud, encontró en la calle. Lo llevó a su casa, le enseñó a responder a sus órdenes, e incluso al teléfono. Pero un día, tan rutinario como los demás, don Justiniano tuvo un accidente y acabó en el hospital. El pobre Neón, encerrado en casa, tuvo que ser socorrido por Violeta, la vecina, en cuya casa el orden, la disciplina y el tiempo no tenían mucho que ver con lo que el perro había aprendido...