En sentido estricto, el proscrito es un desterrado; en sentido figurado, el proscrito lo es de los contornos no menos reales de una estructura de poder. El mundo académico no es una excepción. Para la investigación, la esencia del proscrito es la independencia de pensamiento, costumbre que consiste en cultivar opiniones propias. La clave de la labor del proscrito es la lucha hasta la victoria contra la opinión científica autorizada: abrir camino a nuevas ideas y originales teorías. Naturalistas proscritos contribuye a centrar el análisis y definir los territorios del proscrito en el ámbito de la Historia Natural, a través de las figuras de nueve científicos que, habiendo contribuido notablemente a la Historia Natural en alguna de sus facetas, sin embargo, por uno u otro motivo, a lo largo de su vida o en su posterior memoria, no han recibido la atención merecida por parte de sus contemporáneos o sucesores. Una mirada atenta, en algún caso, primigenia, a las trayectorias vitales y aportaciones a la ciencia de: Félix de Azara, Lamarck, José Longinos, Francisco Antonio Zea, Mariano Lagasca, Lorenz Oken, Eduardo Carreño, Manuel González de Jonte y Emilio Huguet del Villar.