Estoy feliz, fuera de mí. Me he arreglado especialmente para recibirte.
Llevo el vestido rojo de terciopelo que me regalaste en un aniversario y las manoletinas planas doradas. Tú las elegiste. Sé que no te agrada que use tacones, me hacen parecer unos centímetros más alta que tú. El perfume es nuevo; dulzón, pero nada cargante. La barra de labios, a juego con el color del vestido. Mi cabello castaño cae de forma natural sobre los hombros, sencillo, como a ti te gusta; como te gustó siempre. Únicamente has comentado: Hueles distinta... Me gusta más el perfume de siempre. Este no te pega.
Yo no soy Penélope.
Me llamo Soledad, Soledad Del Amo.
Mi estigma y el resumen de esta historia, se leen en mi nombre.