Argumento de Nadie Dura siempre
¿Cuál es la verdad? La verdad es que la justicia se equivoca, que un loco te puede dejar tullido cualquier día, que los policías beben y el ataque de leopardo es una realidad. La verdad es que dejar de ser niño es empezar a estar solo, que crecer es entender que vivir duele. La verdad es que los Reyes Magos no existen, tus muertos no te hablan, Dios se fue sin despedirse y los sueños no se cumplen. Guido se ha pasado la mitad de su existencia cubriéndose de miseria; Gilda, su hermana, corriendo hacia el abismo. Ambos se reencuentran en el momento en que despiertan de un letargo demasiado largo. Todo lo que quedó atrás está perdido. Lo que pueda haber delante es un enigma. Entre ellos y la vida nueva están las personas que acaban de llegar, los que se fueron, los muertos y los vivos. Y Perla, de dudoso pasado, enferma de pasión, consumida por el tormento de un amor no correspondido. Gilda, imparable, sigue escapando en la dirección opuesta al punto en que ha llegado después de casarse, parir cinco hijos, quedarse viuda y odiar a su marido muerto. Guido, pese a la coraza de desidia que se construyó, no puede evitar que el mundo lo traspase a golpes y le obligue a sentir.1