Argumento de Murs
Helena y Adrián son dos amigos que viven en un pueblo. Sus vidas transcurren apaciblemente entre juegos y clases. Un día de camino a la escuela, Helena observa que algo ha pasado, hay menos gente en la calle y las pocas personas que ve caminan deprisa y en silencio. Aunque en principio los niños no le dan importancia, el pueblo va transformándose ante sus ojos. La gente rehúye determinados comercios, los padres de Helena le dicen que no se junte con Adrián, y la maestra, Violeta, llora disimuladamente en el aula. A los pocos días comienza la construcción de un muro que va a dividir en dos al pueblo: el barrio antiguo, donde vive Adrián, queda al otro lado de la verja. Ambos intentan seguir en contacto, pero la vigilancia del muro es feroz y los guardias impiden todo tipo de comunicación entre personas de uno y otro lado. Así pasa el invierno y llega la primavera. Un día, cuando la niña ha perdido la esperanza de volver a ver a Adrián, ve en el aire, por encima del muro, la cometa de su amigo. Helena construye una y la echa a volar junto con la de Adrián. Cunde el ejemplo y, al día siguiente, muchas otras -pertenecientes a niños de uno y otro lado del muro- se cruzaban en total armonía. La niña se da cuenta, entonces, de que los muros no derribarán ni la amistad ni la esperanza de las personas.1