A veces, solo a veces, Rafa piensa que es un príncipe al que enviaron a criar a una casa muy pobre para luego convertirse en un rey compasivo y justo. Claro que solo son pensamientos, porque él no tiene reino, ni corona ni trono. Pero es experto en desarmar cajas para que no ocupen lugar en el carretón, descubre de una ojeada en los basureros los papeles que sirven y los dobla con un par de movimientos precisos; pinta tablas a brochazos, fabrica maceteros con tarros de leche, y recita la tabla del cuatro de memoria. Todo se lo enseñó el Tato, su jefe, con el que conversa mientras recorre tempranito la ciudad recogiendo cartón. Con él aprendió que la vida es como un milagro y que es bueno escribirlo que le sucede para no olvidar nada. Por eso Rafa escribe lo que piensa y lo que le pasa en un cuaderno verde, ese cuadernos que le regaló el Tato, él mismo que ahora tienes en tus manos convertido en un libro y en el que conocerás el mundo de cartón.