La lucha por la libertad es tan antigua como el propio hombre y como la Humanidad. En ciertos momentos de la Historia, en ciertos lugares, estas luchas y libertades han significado, para el hombre, su misión más importante. En el siglo XIX, en los EEUU de América, existía un grupo de hombres y mujeres que necesitaba luchar todos los días para ser libres y utilizaban todo lo que tenían a su alcance para intentar conseguir su libertad. Estos eran los esclavos negros, importados en ese país desde la lejana África para trabajar bajo la tiranía de los hombres blancos en las plantaciones de arroz, tabaco o maíz, especialmente en los estados más al Sur. A mediados de ese siglo XIX se produjeron en los estados sureños unos levantamientos de hombres esclavos, conocidos como ?negro plots? que intentaron de forma violenta obtener, con su sacrificio, en la mayoría de los casos, un cierto grado de libertad como seres humanos que eran. En abolicionismo de Lincoln y otros políticos fue dotando a esos hombres de ciertas garantías de libertad, pero aún en nuestros días, a principios del siglo XXI el estigma de la falta de libertad de los hombres continua vigente. En esta pieza dramática, opera prima de su autor, se ha intentado reflejar el ambiente de uno de esos levantamientos de esclavos de las plantaciones de los EEUU. Ese es el argumento de esta obra teatral. La música, por otra parte, siempre formó parte de la vida de estos hombres y mujeres sin libertad y sus cantos de trabajo, de lamento y de religiosidad, se han convertido en una parte muy importante de la música de todos los habitantes de ese país. Los espirituales, el góspel, los work songs, fueron la base también del soul y los blues. El autor ha querido, en Mulberry 1861, encontrar un ambiente donde desarrollar la acción de las luchas por la libertad incorporando a esa lucha la música de los hombres esclavos.
No Hay Lugar como el Hogar
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