La muerte. La muerte lenta. La mueeeeerte. La muerte dolorosa. La muerrrghte. La muerte rápida y cortante. La muer. La muerte como gag del destino, como tartazo en la cara, como retruécano y como paradoja fatal. Salir de la no existencia para regresar a la nada mediante un viaje sembrado de resacas en comidas familiares, collarcitos de flores de plástico y falsas porcelanas de Lladró.
Daniel Orviz aborda en su segundo poemario la infinita broma de la existencia humana sin llegar a ninguna conclusión ni proponer solución alguna, pero gastando muchas onomatopeyas en la labor. Por lo menos que entretenga.