Una historia, donde el autor no se limita a plasmar sucesos que cautiven, si no que lejos de querer dar gusto al lector sentimental, aporta perspectivas humanas y enredos cuya naturaleza es propia de las personas y los sentimientos, y cuando estos se trenzan y el lector se ve reflejado de una forma u otra. Gracias al conocimiento riguroso que Alfredo Castro tiene de las reacciones de los seres humanos, ha dispuesto este libro para entretener al tiempo de hacer investigar al lector con las relaciones humanas. No es pues una novela que se conforme con narrar, si no que el fondo es dar valor a los actos humanos, los buenos y los malos, que también los hay.