Después de constatar las profundas raíces bíblicas de la Moral Social, el autor desarrolla sus fundamentos, haciendo especial hincapié en los derechos fundamentales del hombre, derivados de su propia dignidad y erigiendo de un modo inusual un sólido armazón de filosofía moral.
Asimismo, si pensamos que hoy la vida política es, sobre todo, vida económica, por cuanto casi todo está dominado por la actividad económica, el texto analiza la vinculación de la economía con la ética, con un juicio muy atinado sobre la economía de mercado, para mostrar que antes que el contrato es el don lo que vincula a las personas.
Finalmente, considerando la política como una actividad humana estructural, el texto se detiene en los principios morales del Estado y del bien común que deberán regir la vida política, en un permanente diálogo con el pensamiento filosófico y cultural contemporáneo, a través de una descripción ágil de la fluctuante actividad social y política.